miércoles, 5 de julio de 2023

No me toquen el bolsillo

Cuando Isaac el hijo de Abrahán y Sara creció, jugaba con el hijo de Abrahán y Agar (la sirvienta con quien había tenido un hijo, con el consentimiento de Sara, para que pudiera tener descendencia) Sara le dijo a Abrahán.
"Al ver que el hijo de Agar, la egipcia, y de Abrahán jugaba con Isaac, Sara dijo a Abrahán:
«Expulsa a esa criada y a su hijo, pues no va a heredar el hijo de esa criada con mi hijo Isaac».
Cuando Jesús expulsó a los demonios de las dos personas, y los echó a la piara de cerdos, éstos se tiraron al mar y murieron los cerdos, entonces los gadarenos le dijeron a Jesús:
"Los porquerizos huyeron al pueblo y lo contaron todo, incluyendo lo de los endemoniados.
Entonces el pueblo entero salió a donde estaba Jesús y, al verlo, le rogaron que se marchara de su país".
¿Qué nos dicen estas dos enseñanzas? Que ya desde tiempos antiguos, cuando nos tocan el bolsillo nos olvidamos de todo, incluidas las personas.
Por la herencia de los padres siempre surgen peleas entre hermanos, y hasta, muchas veces, hay distanciamientos eternos de las familias.
Cuando nos piden que demos más de lo que pensábamos, entonces ya nos están pidiendo mucho.
Al morir los cerdos no se preocuparon de los que habían sido liberados del demonio, sino que habían perdido los cerdos. Sara no quiso compartir la herencia con el hijo de Agar, que también era hijo de Abrahán.
Puede ser mucha nuestra fe y nuestro amor hacia Dios, pero cuando alguien quiere tocarnos o meternos la mano en nuestro bolsillo, ahí se nos pierde el amor, la fe y la esperanza, quizás también.
El egoísmo y el querer tener son el lastre que llevamos en nuestros corazones desde tiempos remotos, por culpa del pecado original, quizás. Pero siempre vuelven a nuestras vidas. Podemos querer tener las mejores intenciones, y nos ofrecemos de corazón a todo lo que haya que hacer, pero cuando me piden algo más de lo que yo quiero dar (que muchas veces es el tiempo, el dinero, la ropa o los bienes que me sobran) entonces, ya no soy tan cristiano ni tan servidor, ni tan...
Por eso, Dios se ocupó del hijo de Agar, y por eso Jesús no hizo más milagros en el pueblo de los gedarenos, porque con nuestras actitudes dejamos de lado la verdadera caridad, y sólo cuidamos que no nos quiten lo que creemos que es nuestro. Sólo damos lo que nos sobra y que a nadie, ni a Dios, se le ocurra pedir algo más que eso... ni tan siquiera que le consagre mi vida en plenitud.

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