viernes, 7 de julio de 2023

Misericordia quiero

"Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos:
«¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?»
Jesús lo oyó y dijo:
«No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa "Misericordia quiero y no sacrificio": que no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».
¿Los fariseos se dan cuenta de que son fariseos? Hoy en día somos muchos los que hemos heredado esa forma de vivir: la farisaica. Es una forma de vivir que, para muchos, no es consciente, pero que, en definitiva, sabemos que es así. Y, lo peor es que no nos damos cuenta que somos fariseos en el día a día.
Cuando juzgamos a los demás y los condenamos, cuando miramos por el rabillo del ojo a alguien porque no es de nuestro agrado, cuando hablamos de una persona conocida y lo desautorizamos ante los demás, cuando callamos ante lo que otros dicen sobre otras personas... ¡Hay tantas formas de fariseísmo que sería imposible poder enumerarlas! Pero que, en definitiva, hablan de nuestra falta de empatía con los demás e, incluso, con uno mismo.
"Así, pues, todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo vosotros con ellos; pues esta es la Ley y los Profetas".
Y, si lo ponemos de otra forma sería: "no hagas a los demás lo que no te gusta que hagan contigo".
Es ahí donde le estoy diciendo a los demás: a mí no me importa que seáis fariseos conmigo, porque yo lo soy con vosotros. Pero eso no es la verdad, porque cuando hablan mal de mí o me entero que lo han hecho, seguramente, que me pongo mal, y si sé quién lo hizo, seguro que a esa persona no le hablo más o, por venganza, sigo hablando mal de ella.
Por eso Jesús nos pide que seamos misericordiosos, o en otros términos, que tengamos empatía con los demás, que no seamos tan justicieros o vengativos, sino que dejemos el juicio y la condena para el Señor, y no nos pongamos nosotros en esa tesitura, porque no tenemos lo que el Señor tiene para con nosotros y con todos: misericordia. Porque si Él nos juzgara a nosotros como nosotros juzgamos a nuestros hermanos, ¡pobre de nosotros!
En cambio sabemos que el Señor siempre usa de misericordia para juzgarnos, porque la misericordia es mayor que el juicio, pero siempre habrá un juicio sobre nuestras actitudes con nuestros hermanos, porque lo que mirará el Señor es el amor con que me relaciono con los demás, y no si he realizado muchos y buenos juicios y condenas sobre ellos.

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