Él les dijo:
«Pues bien, un escriba que ese ha hecho discípulo del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo».
Un escriba, en tiempos de Jesús, era alguien que sabía interpretar la Ley y los Profetas, sabía lo que tenía que vivir y cómo lo tenía que vivir de acuerdo con lo que prescribía la religión judía. Y ¿por qué Jesús dice que tiene que sacar de su tesoro lo nuevo y lo antiguo? Porque Jesús predica un nuevo estilo de vida, no sin tener en cuenta la Ley y los Profetas: “no he venido a abolir la Ley y los Profetas, sino a darle plenitud”, por eso aquellos que decían saber mucho de la Ley y los Profetas y aceptaban el Camino que predicaba Jesús, entonces tenían que revisar lo que sabían y creían y poner en práctica lo que Jesús les intentaba explicar acerca del Reino de los Cielos.
Y ¿a nosotros qué nos dice esta exhortación de Jesús? Que siempre tenemos que hacer un examen de conciencia. ¿Por qué? Porque no siempre obramos como deberíamos según la Voluntad de Dios. A veces creemos que, porque somos buenos, todo está bien. Pero no nos detenemos a ver si lo que estamos haciendo, planeando, o diciendo es realmente lo que Dios nos está pidiendo.
Por eso, aunque nos creamos los mejores cristianos o católicos, como los escribas en tiempos de Jesús, tendremos que meter la cabeza en el arcón del corazón y mirar si todo lo que hay ahí es bueno o no. No es que lo que haya sea malo, sino que, muchas veces creo que soy el mejor de todos, y ya, por sólo pensar eso, no lo soy. Tendré que revisar mi corazón no sólo a la Luz de 10 mandamientos, sino también, y, sobre todo, a la luz de la carta a los Corintios. Sí, aquella del amor ¿os acordáis?
Sí, cada día que pasa tenemos que dar una vuelta más de tuerca a nuestra vida, porque nos vamos acostumbrando a vivir de determinada manera, y nos olvidamos de mirarnos a la Luz del Evangelio. Se nos van pegando las cosas del mundo y, aunque no sean cosas malas, si las examinamos con la Lupa de Dios, veremos que no todo lo que parece bueno es bueno para el Reino de los Cielos, y eso es lo que queremos y tenemos que construir todos: “venga a nosotros tu Reino, hágase Tú Voluntad, en la tierra como en el Cielo”. Y ¿quién tiene que hacer la Voluntad de Dios en la tierra como en el Cielo? Cada uno de acuerdo con la vocación recibida, y todos porque el Señor nos ha llamado a “sed santos porque vuestro Padre Celestial es Santo… sed perfectos porque vuestro Padre Celestial es Perfecto”, y todo eso es en el Amor.