sábado, 31 de diciembre de 2022

En el último día...

El último día del año siempre nos invita a hacer balance de lo que han sido estos 12 meses de vida y de entrega, de fidelidad a Dios. Pero hoy no tengo ganas de hacer balances porque no puedo poner en una báscula lo bueno y lo malo, ni tampoco puedo hacer dos columnas de ingresos y egresos, sino que tengo que abrir el corazón a Dios para dar Gracias por lo que me ha permitido vivir y por lo que ha querido que viva.
Sí, hay veces que Él permite que viva ciertas situaciones y nos da la Gracia para que podamos resolverlas de la mejor manera, sabiendo que siempre Su Misericordia cubrirá y sanará las heridas que esos momentos cuasen.
Pero hay otras veces que es Él mismo quien nos llelva a determinados lugares y situaciones, y que si nos dejamos guiar nada tenemos que hacer sino dejarnos conducir pues Él es quien se encarga de todo.
Y, por otro lado, tengo que abrir el corazón con sencillez y humildad para pedirle perdón. Perdón por todo lo que no hice y por lo que hice mal, que no son pocas cosas, sino que es la mayor parte de lo que hago por mi cuenta sin ponerme a pensar en lo que Dios quiere, en cuál es Su Voluntad, y, por eso, las cosas salen como salen, y duran lo que duran, porque no están avaladas por Su Gracia ni su Espíritu está en ellas.
Y, a la vez que pienso en mis errores y mi pecado, voy descubriendo que siempre, a pesar de todo, su Amor sigue en mí, que su Misericordia sigue acompañando mi vida y mi hacer, pues, cada día, intento ser Fiel a la Vida que Él me ha dado y que me pide que viva.
No es fácil, ni para mí ni para ningún cristiano verdadero, vivir en estos tiempo y ser completamente fiel a Dios, pues los tiempos, a veces, no nos dejan pensar en lo que Dios quiere, y nos llevan sólo a pensar qué es lo que yo quiero y cómo lo haría.
Es cierto no somos grandes pecadores, pero sí tenemos grandes omisiones cuando no lo dejamos al Señor ser el Señor de nuestras vidas. Y por eso también hay que dar Gracias, porque los errores y las faltas nos ayudan a crecer, y si todo eso lo ponemos en Sus Manos para que sea Él quien purifique, sane y convierta, todo eso se transforma en sabiduría en nuestras vidas.
Saber pedir perdón, aprender de los errores, es el mejor camino para crecer, para madurar, para confiar y, sobre todo, alcanzar la madurez de la humildad de saber que no somos quienes nos creemos, sino que simplemente estamos queriendo aprender (lo que nos va a llevar toda la vida) ser perfectos como el Padre nos soñó, pero no perfectos en lo intelecutal, sino perfectos en el amor, pues es el único singo de que, realmente, somos hijos de Dios.
Por eso y por tantas otras cosas más, por los Dones que Él nos dió, por los errores que hemos cometido, por las vitudes y los defectos, por las lágrimas y las sonrisas, por las noches oscuras y los días de sol, por los amigos y los enemigos, por los que nos quieren y por los que nos dan vuelta la cara, por los que nos felicitan y por los que ponen palos en la rueda, por los días duenos y por los malos, hoy, al final de este 2022 te doy gracias Señor, desde la pequeñez de mi vida porque sólo se que sin Tí nada sería posible, y que contigo todo se hace más liviano y llevadero porque sólo Tú eres el Señor de nuestras vidas y a Tí y en Tí todo es posible, porque Tú eres el Señor de la Historia, y de mi historia.

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