De los Sermones de san Agustín, obispo.
Juan era la voz; pero el Señor era la Palabra que existía ya
al comienzo de las cosas. Juan era una voz pasajera, Cristo la Palabra eterna
desde el principio.
Suprime la palabra, y ¿qué es la voz? Donde falta la idea no hay más
que un sonido. La voz sin la palabra entra en el oído, pero no llega al corazón.
Observemos el desarrollo interior de nuestras ideas.
Mientras reflexiono sobre lo que voy a decir, la palabra está dentro de mí;
pero, si quiero hablar contigo, busco el modo de hacer llegar a tu corazón lo
que ya está en el mío.
Al buscar cómo hacerla llegar a ti, cómo introducir en tu corazón esta
palabra interior mía, recurro a la voz y con su ayuda te hablo. El sonido de la voz
conduce a tu espíritu la inteligencia de una idea mía, y cuando el sonido vocal te
ha llevado a la comprensión de la idea, se desvanece y pasa, pero la idea que te
trasmitió permanece en ti sin haber dejado de estar en mí.
Y una vez que el sonido ha servido como puente a la palabra desde mi
espíritu al tuyo ¿no parece decirte: Es preciso que él crezca y que yo disminuya?
Y una vez que ha cumplido su oficio y desaparece ¿no es como si te dijera: Mi alegría
ahora rebasa todo límite? Apoderémonos de la palabra, hagámosla entrar en lo más
íntimo de nuestro corazón, no dejemos que se esfume.
¿Quieres ver cómo la voz pasa y la divinidad de la Palabra permanece?
¿Dónde está ahora el bautismo de Juan? Él cumplió su oficio, y desapareció. Pero el
bautismo de Cristo permanece. Todos creemos en Cristo y esperamos de él la salvación;
esto es lo que dijo la voz.
Y como es difícil discernir
entre la Palabra y la voz, los hombres creyeron que Juan era Cristo. Tomaron a
la voz por la Palabra. Pero Juan se reconoció como la voz para no usurparle los
derechos a la Palabra. Dijo: Nos soy el Mesías, ni Elías, ni el Profeta.
Le preguntaron: ¿Qué dices de tu persona? Y el respondió: Yo soy la
voz del que clama en el desierto: «Preparad el camino del Señor.» La voz del que
clama en el desierto, la voz del que rompe el silencio. Preparad el
camino del Señor, como si dijera: «Soy la voz cuyo sonido no hace sino
introducir la Palabra en el corazón; pero, si no le preparáis el camino, la
Palabra no vendrá adonde yo quiero que ella entre.»
¿Qué significa: Preparad el
camino, sino: «Rogad insistentemente»? ¿Qué significa: Preparad el
camino, sino: «Sed humildes en vuestros pensamientos»? Imitad el ejemplo de
humildad del Bautista. Lo toman por Cristo, pero él dice que no es lo que ellos
piensan ni se adjudica el honor que erróneamente le atribuyen.
Si hubiera dicho: «Soy Cristo»,
con cuánta facilidad lo hubieran creído, ya que lo pensaban de él sin haberlo
dicho. No lo dijo: reconoció lo que era, hizo ver la diferencia entre Cristo y
él, y se humilló.
Vio dónde estaba la salvación, comprendió que él era sólo una
antorcha y temió ser apagado por el viento de la soberbia.
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