"En aquellos días, el rey Ajab dio una orden entre todos los hijos de Israel y reunió a los profetas de Baal en el monte Carmelo.
Elías se acercó a todo el pueblo y dijo:
«¿Hasta cuándo vais a estar cojeando sobre dos muletas? Si el Señor es Dios, seguidlo; si lo es Baal, seguid a Baal».
Hoy también cabría esta pregunta de Elías a nosotros, o, mejor dicho, esta exhortación de Elías, porque no siempre seguimos a nuestro Dios y Padre. No siempre seguimos las enseñanzas de Jesús nuestro Señor. No siempre buscamos su Voluntad sobre todas las cosas. No siempre... casi siempre andamos sobre dos muletas, y, muchas veces, no caminamos sobre la muleta verdadera sino sobre la que nos hemos inventado.
¿Cuál o quién es nuestro verdadero dios? ¿Lo sabemos? ¿Nos hemos preguntado verdaderamente a quién seguimos? Quizás sea una pregunta difícil, porque no siempre estamos en la misma situación sentimental o afectiva, y, muchas veces, son los afectos o sentimientos los que nos hacen estar más cerca o más lejos de Dios. Porque en los momentos de bonanza todos decimos que creemos en Dios, pero en los momentos de dolor u oscuridad, cuando sentimos que Diso no está cerca nuestro, es cuando nos damos cuenta que no teníamos una "sana" relación con Dios, o, simplemente que no conocíamos su forma de actur como Padre, sino que lo habíamos transformado en un empleado de mi propio supermercado, que cuando necesitaba algo recurría a él, pero cuando no lo tenía iba a otro.
"El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos".
Esto no lo digo yo, creemos que es Palabra de Dios, creemos que es Palabra de Jesús, y por eso tenemos que volver a pensar en quién o a quién le creemos, porque si realmente decimos que creemos en Dios Padre de nuestro Jesucristo, y creemos que Él es nuestro Dios, entonces tenemos que saber que Su Palabra y sus Mandatos son para vivirlos en todo momento, y no sólo cuando a mi se me antoja, y cuando no vivo los mandatos del mundo (que son más fáciles y me gustan más que el Evangelio), o me uno a otras espiritualidades que no tienen nada que ver con el Evangelio.
Y es por eso que Elías nos vuelve a exhortar y decir que nos decidamos por un dios, que aceptemos el desafío de definir nuestra vida, porque nuestra vida, como dice Jesús, es la que enseña a los demás a cómo vivir: "los hombre viendo vuestras buenas obras glorifiquen a Dios". Y ¿nuestras obras son buenas, es decir, son coherentes los actos de mi vida con mi ser cristiano?
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