domingo, 14 de junio de 2020

El Pan que nos hace Ser

"En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:
«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo».
Disputaban los judíos entre sí:
«¿Cómo puede este darnos a comer su carne?».
Como muchas veces pienso y digo, qué real es esa pregunta que se hacían los judíos mientras Jesús hablaba: les parecía increíble lo que Él les estaba diciendo, pues no era posible poder alimentarse con su propios cuerpo, con su propia carne. No era posible porque lo estaban viendo y escuchando.
Para nosotros, hoy, en nuestro tiempo sí es posible creer que podemos alimentarnos con el Cuerpo de Cristo, pero, muchas veces, no llegamos a comprender o a valorar claramente lo que recibimos, o lo que estamos compartiendo. Y, sobre todo, en estos tiempos donde la Primera Comunión es sólo una fiesta de fin de curso donde me dan un regalo, tampoco se llega a valorar o a descubrir la Vida que lleva dentro la Eucaristía. Y, en muchos casos, ni los padres y menos los niños llegan a imaginarse o comprender el Valor de la Eucaristía.
Por eso es necesario que, así como estamos pensando en la "nueva normalidad", pensemos en la nueva evangelización. ¿Cómo volver a creer que lo que recibimos en la Eucaristía es el Verdadero Pan del Cielo, el Verdadero Cuerpo de Cristo? ¿Cómo volver a creer que lo que estamos recibiendo no es un premio a nuestras buenas conductas sino un Alimento necesario para nuestra vida en santidad? ¿Cómo volver a creer que esa Eucaristía, ese Cuerpo de Cristo, nos hace a todos parte de un Cuerpo Místico de Cristo que es la Iglesia y en donde todos somos hermanos y debemos vivir el Amor que Cristo nos tuvo a nosotros? ¿Cómo comprender....
"Entonces Jesús les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.
Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mi.
Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».
Como Jesús le dijo a la hermana de Lázaro frente a su tumba, también nos lo pregunta a nosotros: ¿Crees esto? para que podamos vivir lo que San Pablo nos anuncia:
"El cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión del cuerpo de Cristo?
Porque el pan es uno, nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo, pues todos comemos del mismo pan".
En el Cuerpo Místico de Cristo todos somos miembros unidos por Su Amor y por nuestro amor mutuo, no lo desperdiciemos.

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