martes, 23 de junio de 2020

No es fácil este Camino

«No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; no sea que las pisoteen con sus patas y después se revuelvan para destrozaros".
No siempre sabemos apreciar lo que tenemos y usamos lo mejor que tenemos para cosas insignificantes, porque cuando tengo algo muy valioso que nada me ha costado, deja de ser valioso por el simple hecho de que no me ha costado esfuerzo tenerlo.
Así sucede con el Don de la Vida en Dios: nada nos ha costado recibirla, y, por eso, no siempre la valoramos como se merece, pues, para muchos, es sólo un simple nombre que puede ser o no despreciado o, incluso, ocultarlo bajo otras apariencias que no son las verdaderas.
"Así, pues, todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo vosotros con ellos; pues esta es la Ley y los Profetas".
Nos decía Jesús en el Evangelio del domingo:
"A quien se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los cielos".
No es sólo hacer las cosas cosas por los demás que son nuestros hermanos, sino hacerlas por Dios que es Quien nos ha dado la vida desde la Cruz. Si quiero recibir, primero tendré que comenzar a dar.
"Entrad por la puerta estrecha. Porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos.
¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos".
Sí, es verdad, la vida del cristiano no es (como se dice comúnmente) "moco de pavo", sino que es un camino díficl de transitar, pero no imposible, pues "para Dios nada hay imposible", siempre y cuando cuente con nuestra disponibilidad de corazón para dejarnos guiar por Su Voluntad y no por la nuestra.
Y no podemos decir que no sabíamos cómo era el Camino, pues Jesús mismo nos lo dijo desde el comienzo de su predicación: "quien quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz de cada día y sígame". El contrato que hemos firmado con Él, el día de nuestro bautismo, no tiene letra pequeña que nos engaña, sino que nos lo ha dicho con palabras fuertes y bien dichas, para que no nos sorprendamos en el Camino cuando la Voluntad del Padre sea contraria a nuestra Voluntad, pues Él mismo nos eseñó las alegría y tristezas, los gozos y dolores del caminar en la Voluntad del Padre, pues "siendo hijo, aprendió, por medio del sufrimiento a obedecer".

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