Pero Elías le dijo:
«No temas. Entra y haz como has dicho, pero antes prepárame con la harina una pequeña torta y tráemela. Para ti y tu hijo la harás después. Porque así dice el Señor, Dios de Israel:
“La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor conceda lluvias sobre la tierra”».
Ella se fue y obró según la palabra de Elías, y comieron él, ella y su familia.
Por mucho tiempo la orza de harina no se vació ni la alcuza de aceite se agotó, según la palabra que había pronunciado el Señor por boca de Elías".
Cuando uno lee este pasaje del libro de los Reyes parece que fuera impensable pedirle a alguien que no tiene nada que de, a un profeta, lo que no tiene. Sin embargo, Elías, confiando en la palabra del Señor, le pide a la viuda algo que ella guarda para muerte. Pero, también, está la actitud de la mujer que, confiando en la palabra del profeta, hace lo que el Señor le pide: dar de su pan al hambriento.
Lo que creo que el Señor nos pide mirar, sobre todo, es la confianza en su Palabra, en su Providencia, reconociendo que no siempre confiamos lo necesario como para dejar que Su Palabra obre en nosotros el milagro. Claro está que no será el milagro que hizo con esta mujer, o los milagros que esperamos continuamente acerca de nuestra salud o situación económica. Pero sí el Señor puede obrar otros milagros que son necesarios en nuestra vida: no dejar que perdamos la Gracia, que se debilite nuestra Fe, que se muera nuestro amor, o alegría, o esperanza...
Por que si perdemos la confianza en la Palabra del Señor y dejamos morir nuestra esperanza en sus Promesas, entonces ya no podremos ser fieles a lo que el Señor nos dice que tenemos que ser:
«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos».
¿Cómo podremos ser Sal, Luz si no nos alimentamos del Señor, si no creemos en Su Palabra, si no confianmos en Su Providencia? ¿Son nuestra obras buenas como para dar testimonio de la gloria de Dios? ¿Los hombres viendo nuestras vidas pueden llegar a creer en Dios? ¿Viendo nuestras vidas pueden llegar a creer que confiamos en Dios?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.