lunes, 25 de febrero de 2019

Fe y sabiduría

"Jesús replicó:
«¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe».
Entonces el padre del muchacho gritó:
«Creo, pero ayuda a mi falta de fe».
¿Todo es posible con fe? Es una pregunta que muchas veces nos hacemos, porque no siempre nos vemos "ayudados" por la fe, porque no siempre lo que pedimos con fe se realiza. Entonces ¿nos falta fe? Tampoco eso es. Seguramente nos falta madurar en la fe, nos falta que nuestra fe sea firme y verdadera. ¿Qué quiero decir con esto?
La fe no es sólo para pedir y que se realicen milagros, sería así un Dios eficientista que realiza todo lo que los hombres quieren. No. Dios no hace todos los milagros que quiero. Ni siquiera Jesús hizo todos los milagros que eran necesarios en esa época. Ni los va a hacer.
La fe nos ayuda a estar fuertes ante la Cruz, a estar disponibles ante la Voluntad de Dios, a saber aceptar y mantenernos de pie ante las desaveniencias del día a día.
¿Acaso Jesús no tenía fe? ¿No creía Él en su Padre del Cielo? Sin embargo, a pesar de que, con lágrimas de sangre, pidió que "pasara de Él ese cáliz" aceptó, no sin dolor, la Voluntad de Dios.
Ahí descubrimos cuánto es necesario que maduremos en la fe, para que no creamos que porque tenemos fe no nos va a pasar nada, y que todo lo que pidamos en la oración se cumplirá. Lo que necesariamente tenemos que pedir en la oración son los Dones del Espiritu, porque es el Espíritu quien nos ayuda a discernir, a comprender, quien nos fortalece, nos enciende, nos anima para vivir desde Dios el día a día.
Así en una relación íntima y constante encontraremos el camino hacia la Sabiduría de Dios, como nos dice el libro del Eclesiástico, y podremos, en su debido tiempo, comprender lo que nos toca vivir, porque no siempre entenderemos cuando queramos, sino cuando estemos preparados para recibir la noticia de la salvación.
Vivimos en tiempos donde queremos que todo sea ya, que nada tenga que ocurrir, y que todo lo que pedimos lo tengamos, que podamos encontrar en el google las respuestas a lo que nos pasa y descubrir, por medio de las cartas, aquello que no está escrito para saber qué es lo que me espera. Y esa no es la manera de vivir que nos enseñó Jesús, sino que Él nos mostró con su vida que, primeramente, la oración, el diálogo con el Padre, es lo que nos mantiene en Gracia, pues Él es quien va guiando y enviando su Espíritu, para que podamos ser Fieles a la Vida que, día a día, nos pide vivir. Y así, día a día, en la oración y con la Gracia, vamos madurando la fe y encontrando la Sabiduría que nace del diálogo íntimo y profundo con el Padre.

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