"Yo profeticé como me había ordenado, y mientras hablaba se oyó un estruendo y los huesos se unieron entre sí. Vi sobre ellos los tendones, la carne había crecido y la piel la recubría; pero no tenían espíritu.
Entonces me dijo: «Conjura al espíritu, conjúralo, hijo de hombre, y di al espíritu: “Esto dice el Señor Dios: ven de los cuatro vientos, espíritu, y sopla sobre estos muertos para que vivan”».
Esta profecía de Ezequiel siempre me lleva a un poema que mi padre espiritual, P. Efraín, siempre nos recordaba:
"No son muertos los que en dulce calma
la paz disfrutan de la tumba fría;
muertos son los que tienen murta el alma
y viven todavía".
Porque hoy, lamentablemente, el hombre se ha olvidado de su alma y, para muchos, sólo viven para la material olvidándose de lo espiritual, sea cual sea su religión. Al olvidarnos que somos seres espirituales quedamos, diría Edith Stein, troncados en nuestra plenitud de hombres, de seres que han de buscar una trascendencia más allá de lo natural. Viktor Frankl nos dirá: el hombre ha de buscar un sentido para su vida que lo trascienda, pero ese sentido debe estar no en el orden natural o material, sino en el orden espiritual, para que siempre tenga una esperanza que lo lleve a seguir trabajando y luchando por alcanzarla.
Así, volviendo a Edith Stein, nos hablará que la sóla perfección humana no lleva al hombre a su plenitud, sino que debe buscar la perfección del amor, la perfección de la santidad que es la que lo hará sentir pleno y verdadero.
Por eso el Señor nos invita a "invocar" al Espíritu Santo para que le de verdadera vida a nuestra vida, para que no sólo seamos buscadores de títulos o propiedades, sino que busquemos más allá de nosotros mismos y encontremos el Verdadero Camino que no sólo nos conduce sino que nos da Verdadera Vida.
viernes, 23 de agosto de 2024
Vida en el Espíritu
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.