"Cuando Jeremías acabó de transmitir cuanto el Señor le había ordenado decir a la gente, los sacerdotes, los profetas y todos los presentes lo agarraron y le dijeron:
«Eres reo de muerte. ¿Por qué profetizas en nombre del Señor que este templo acabará como el de Siló, y que esta ciudad quedará en ruinas y deshabitada?».
Y el pueblo se arremolinó en torno a Jeremías en el templo del Señor".
Ya desde pequeños no nos gustan las palabras de advertencia, o la exhortaciones a modificar algo en nuestras conductas. Creemos que "somos buenos" y por eso no tenemos nada que cambiar, los que tienen que cambiar son los demás pero no nosotros.
En el caso de esta lectura de Jeremías, el pueblo junto con sus autoridades, seguramente, escuchaban con atención cuando Jeremías hablaba de parte de Dios pero no les decía nada que no les gustara, pero cuando comenzó a advertirles de su mala conducta, entonces ¿quién eres tú para hablar así de parte de Dios?
Como decimos habitualmente: "no hay peor sordo que el que no quiere oír", y en eso somos especialistas. Y no porque no escuchemos lo que Dios nos quiere decir, sino que no creemos que sea para mí. Siempre lo pensamos para otros pero no para nosotros.
Hoy, a diferencia de la época de Jeremías, no tenemos esos profetas ni tampoco les quitamos la vida, sino que, simplemente, seguimos con nuestra historia y no hacemos caso a lo que Dios, por diestra y siniestra, nos está diciendo y, muchas veces, nos está gritando al oído.
Así también le pasó a Jesús en su pueblo, entre los suyos. Quizás no era que no quisieran que hiciera milagros, sino que creyeron que sabían quién era porque conocían a su familia, y eso les cerró el corazón a sus Palabras. Y, por eso, los prejuicios que tenemos, ya sea hacia nosotros mismos (nos creemos los mejores y sin pecado) ya sea hacia los demás (que son peores que nosotros), no nos dejan escuchar u obedecer a la Palabra de Dios que nos está pidiendo una sincera conversión de nuestros actos y palabras, es decir, de nuestra vida cotidiana.
viernes, 2 de agosto de 2024
Qué me vienes a decir?!
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