jueves, 21 de marzo de 2024

Vivir el misterio

"Jesús les dijo: - «En verdad, en verdad os digo: antes de que Abrahán existiera, yo soy».
Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo".
Siempre decimos que hay que ponerse en los zapatos del otro para saber el por qué reacciona y vive como vive. Por eso, habría que ponerse en los zapatos de aquellos que escuchaban a Jesús y, lamentablemente, lógicamente no creerían en que Él era Dios, porque lo veían, lo escuchaban, sabían de dónde venía. Era lógico que no entendieran y que les costara creer. Aún hoy hay mucha gente, incluso cristianos, que no creen en Jesús como Dios, sino que sólo lo ven como un hombre más, como un profeta para algunos, y, para otros que no existe Dios. Así que no es ilógico pensar que les costara tanto creer a Jesús y por eso intentaban matarlo, pues era blasfemo para aquella época.
Es cierto que hoy a muchos les cuesta creer en Jesús como Dios, creer en la Eucaristía como el Dios Vivo entre nosotros. Son presencias reales que sólo se pueden creer, pero que es difícil entender o comprender, por eso decimos que son los misterios de la Fe. Y, para ello, necesitamos madurar el Don de la FE que el Padre nos ha regalado. Un Don que no se agranda ni se achica, pero cuando abro mi corazón a el se hace parte de mi vida y le da la luz necesaria para aceptar el desafío de creer lo increíble.
El Don de la fe nos abre a un camino de infancia espiritual que nos hace asombrarnos de aquellas cosas que nos hablan de Dios, que nos ayudan a descubrir Su Presencia real en cada acontecimiento y, sobre todo, en la Eucaristía que es el regalo más extraordinario que nos ha dejado para seguir alimentando mi vida divina. Porque también eso es un misterio de nuestra fe: nuestra vida divina, saber que por el bautismo ya no somos sólo hombres, sino que somos hijos de Dios, pues hemos sido configurados con Cristo resucitado, y, por eso tenemos casi ganados el Cielo.
Estos días de Semana Santa son propicios para dejarnos empapar por los misterios de la Fe, pero, sobre todo, por el gran misterio del Amor de Dios que vino a nosotros, y, aunque no hemos creído en Él, Él se nos sigue dando para que tengamos vida y Vida en abundancia. Por eso necesitamos tener el corazón permeable a Su Gracia para que nos ayude a seguir madurando en Su Espíritu, y dejar que Su Espíritu nos lleve a vivir en Gracia de Dios.

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