- «Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado».
Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote.
Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo:
- «Lo que vas hacer, hazlo pronto».
No siempre lo que debemos hacer es lo más fácil de hacer, ni lo que más nos guste, pero lo cuanto más rápido lo hagamos más rápido nos lo quitamos de encima. Sería así un razonamiento muy humano de pensar. Y, en realidad, es que Jesús sabía que ya era la Hora que el Padre había pensado que viviera el Hijo, y por eso no quería dejar pasar esa Hora. Para Jesús no era fácil aceptar la Hora que el Padre le pide vivir, pero lo aceptar y quiere que sea como el Padre quiere, y como Él quisiera.
Jesús no sólo hace ver que Judas es quien lo iba a traicionar, sino que acepta que sea él, pues así estaba escrito, y así tenía que ser.
No siempre nos van a gustar los caminos que Dios no pide recorrer, pero los tendremos que recorrer para alcanzar la meta, y, por eso, no debemos dudar de hacerlo sin demora, pues para esa hora el Padre tiene la Gracia para darme. Cuando dudamos y dejamos que el tiempo pase sin hacer nada, entonces me expongo a no tener ya la Gracia necesaria y suficiente para hacer lo que el Padre había querido en determinado momento.
Y, si nos ponemos a mirar a cada uno de los personas de esta escena que nos presenta el evangelio, vamos a descubrir que todos forman parte del Plan Proyectado desde siempre por el Padre para que la Hora se cumpla, porque al preguntarle Juan a Jesús quién era el que lo iba a entregar, Jesús le ofrece el pan para que comience la entrega de Judas. Así mismo Juan hace una pregunta y, se podría decir, abusando de la confianza de Jesús, pues todos querían saber de quién hablaba Jesús, pero no se enteran que al decirles quién era, hablaba de un acontecimiento que ninguno de ellos podría llegar a vivir, ni quisieron vivirlo, pues todos, menos Juan, escaparon de la Cruz.
Y Pedro, quien sería la Roca de la Iglesia, también acepta, sin saberlo la profecía de su traición, aunque primeramente niega que pueda llegar a hacer eso, pero su humanidad lo traiciona y llega negar al Señor hasta tres veces.
Así vemos cómo nuestra humanidad no siempre está dispuesta a renunciar a sí misma para aceptar el desafío de seguir el Camino de Jesús, sino que nos dejamos convencer más rápidamente de evitar la Voluntad de Dios que de aceptarla y vivirla. Por eso necesitamos constantemente de estar unidos al Padre y recibir su Gracia, para que por la oración, la penitencia y el sacrificio podamos, como dice el Apóstol: llevar nuestro cuerpo a la esclavitud del espíritu, para poder ser siempre Fieles a la Voluntad de Dios.
martes, 26 de marzo de 2024
Las traiciones
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.