"Se acercaron los discípulos y le dijeron:
«¿Sabes que los fariseos se han escandalizado al oírte?».
Respondió él:
«La planta que no haya plantado mi Padre celestial, será arrancada de raíz. Dejadlos, son ciegos, guías de ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo».
A veces nos creemos tan listo que llegamos a ser tontos, y no porque no seamos listos, sino porque no queremos escuchar o ver, porque no hay peor ciego que el que no quiere ver o no hay peor sordo que el que no quiere escuchar. Y si seguimos veremos que no hay peor tonto que el que se cree más inteligente que el resto.
Es cierto que puedes ser listo o inteligente, que puedes tener más cultura o más estudios, pero si te dejas vences por la envidia, el egoísmo o la vanidad, entonces ya todo lo que sabías o entendáis no te sirve para nada, porque lo has tapado todo o no has querido entender nada.
Y así nos pasa que, a veces, nos dejamos conducir por esos que se creen muy listos o inteligentes o sabios, y no lo son porque no se dejan guiar por la Voluntad de Dios, sino que han hecho oídos sordos a Dios y han abierto sus oídos al mundo, a sus ideologías y nuevas formas de vivir. Esos son los que quieren hacer un evangelio a su medida y según los criterios del mundo, que hoy con blancos, mañana negros, pasado rosas y vaya a saber de qué color son pasado mañana.
En cambio el Evangelio es lo que perdura, es la Palabra de Dios que es eterna y que siempre nos da vida nueva si sabemos leer, reflexionar y escuchar a Dios que nos habla por medio de Su Palabra. Pero si escuchando no oímos, o si oyendo no escuchamos, entonces nos tornamos ciegos que quieren hacer de guías de otros que no se dan cuenta que van camino hacia el pozo de la mentira y la oscuridad.
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