domingo, 27 de agosto de 2023

El mejor regalo

"Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
Jesús le respondió: «¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás! porque eso no te lo ha revelado nadie ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está los cielos".

Aunque creamos que el don de la Fe lo podemos conseguir si nos lo propones, no es así. El Don de la Fe, como bien la palabra lo dice, es algo que viene, que se nos da, que se nos regala, y, como Jesús le dice a Pedro, “no lo ha revelado nadie, ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos”.
Sí es cierto que para recibirlo debemos tener un corazón dispuesto a ello, pues si el corazón del hombre está cerrado a creer en el Misterio de la Fe, no será posible recibirlo. Y, una vez recibido, corre por cuenta nuestra el mantenerlo y madurarlo con el tiempo.
Como dice Jesús en la parábola del grano de mostaza: es una pequeña semilla que se siembra en nuestro corazón y puede llegar a hacerse un gran árbol, pero para ello hay que saber cultivarlo.
Todos los bautizados hemos recibido el Don de la FE el día de nuestro bautismo, pero no todos han aprendido a cultivarlo y a madurarlo. En algunos se ha quedado guardado ese día y nadie los ha ayudado a descubrirlo, pues sus padres y padrinos no han hecho nada para educar a sus hijos y ahijados en la Fe. Otros lo han madurado un poco en la catequesis de Primera Comunión, pero después no han continuado.
Sólo aquellos que han sabido descubrirlo por sí solos o por la ayuda de algún instrumento, que Dios ha puesto en su camino, han podido seguir madurando el Don de la FE y han alcanzado la Gracia de poder creer en la Palabra de Jesús, y vivir la alegría del Evangelio.
Cuando abrimos el corazón al Espíritu podemos llegar a entablar un diálogo sincero con las Personas Divina, y eso nos ayuda a entender y comprender que no creemos en ideas, sino que creemos en Personas: un Padre, Dios Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra; en su Unigénito, Nuestro Señor Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, que por amor se entregó en la Cruz para resucitar y darnos una Vida Nueva con su Vida hecha Eucaristía, en el Espíritu Santo, Dios Amor que nos ayuda a pedir lo que nos conviene y nos alienta para seguir recorriendo el camino de la santidad.
Y así, en ese diálogo de corazón a corazón, encontrándonos con Ellos en las Sagradas Escrituras vamos aprendiendo y madurando ese hermoso Don que el Señor nos ha regalado, y que nos ha sido dado para alcanzar la plenitud de nuestro ser, y la Bienaventuranza eterna. 

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