miércoles, 16 de agosto de 2023

Atar y desatar

"En verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos".
Una frase de Jesús que se podría entender de dos maneras y, creo, que las dos formas serían válidas y nos ayudarán a reflexionar.
Primero es que esta afirmación de Jesús viene luego de hablar de la corrección fraterna, por eso, podríamos decir o pensar, que todo lo que, cada uno de nosotros, hable, diga o haga con nuestros hermanos quedará atado o desatado en el cielo. Si hacemos o hablamos bien de nuestros hermanos eso quedará registrado en el Cielo y se nos tendrá en cuenta en el día del juicio. Pero si hacemos o hablamos mal de nuestros hermanos, también quedará atado en el cielo y se tendrá en cuenta para el día del juicio. Porque, en realidad, todo lo que hagamos con nuestros hermanos a Jesús se lo hacemos, y así nos lo dijo Él cuando habló del juicio final: todo lo que hagáis con mis hermanos a mi me lo hacéis.
Y, segundo, es que se interpreta, también, para el sacramento de la reconciliación. Jesús dejó en las manos de los apóstoles y éstos en sus sucesores, y en los presbíteros, después, el Don de atar y desatar nuestros pecados. La absolución sacramental de nuestros pecados nos libera del peso que llevamos y borra del Cielo aquellos que hemos realizado en contra de la Voluntad de Dios. Y es algo que tenemos que tener en cuenta, no somos los sacerdotes quiénes tenemos el poder de atar y desatar, sino que es Jesús en la persona del sacerdote quien ata y desata nuestros pecados.
Por todo esto es importante tener presente lo que hacemos con nuestros hermanos y cómo nos vamos redimiendo cada vez que nos confesamos de nuestros pecados, así nuestra alma, con la Gracia de Dios, va recibiendo la fortaleza necesaria para vivir, cada día, más intensamente en la fidelidad a la Voluntad de Dios.

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