"El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él".
La Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, no sólo en una celebración de la Eucaristía, o del Santísimo Sacramento del Altar, sino que, también, es una celebración donde nos unimos todos alrededor de Nuestro Dios y Señor para manifestar al mundo nuestra Fe como comunidad creyente.
¡Es el Misterio de nuestra fe! La Eucaristía es el misterio de nuestra fe, más grande y el más necesario para nuestra vida espiritual porque, como dijo Jesús: sin Mí no podéis hacer nada. Si no nos alimentamos con el mismo Dios ¿cómo podemos hacer Su Voluntad? ¿Cómo vivir como cristianos si no nos alimentamos de la Vida de Cristo? No podemos hacer nada, pero no nada del mundo, pues eso lo hace cualquiera, sino nada que sea vivir como Cristo.
Así, cuando nos acercamos al altar a recibir la Eucaristía no sólo vamos al altar, sino que llegamos como invitados al Banquete Celestial, por eso nos preparamos para celebrarlo: nos purificamos de nuestros pecados, en el primer momento de la misa; escuchamos Su Palabra para iluminar y ayudarnos a madurar en la Fe; compartimos la Última Cena, el memorial de nuestra Fe, en la consagración del Pan y del del Vino; nos unimos como hermanos para pedir al Padre que nos ayude a vivir como hijos suyos verdaderos; y nos alimentamos con el Cuerpo de Cristo, para fortalecer nuestra Fe, nuestra Esperanza y, sobre todo, nuestro Amor, para poder salir al mundo y vivir como otros cristos.
Por eso, ya no es cumplir con un rito establecido porque si no cometemos pecado mortal, sino que somos parte de un Banquete al que vamos porque necesitamos alimentarnos de Dios, porque necesitamos purificar nuestra alma, porque necesitamos re-encontrarnos con nuestros hermanos, para que, juntos como Cuerpo Místico de Cristo, podamos salir al mundo y mostrarles el camino que nos lleva a la Vida Verdadera, que es la Vida en Dios, que es la Vida en Cristo, que es la Vida que todos anhelan pero que pocos la aprecian.
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