_« ¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.»
Somos muy rápidos para juzgar. Somos muy rápidos para condenar. Pero cuando nos responden de esta manera no nos gusta mucho.
Jesús no quiere que no juzguemos, sino que al juzgar usemos de misericordia con nuestros hermanos y que aprendamos, también, de los errores de los demás. Porque al juzgar también estamos juzgando nuestras acciones, al condenar también condenamos nuestras acciones. Porque no somos tan buenos, ni tan inmaculados como creemos, y menos cuando nos declaramos jueces de los demás.
También es cierto que muchas veces sufrimos los juicios que nos hacen, que digan tal o cual cosa de mí, y por eso, utilizo la misma herramienta para tomar venganza contra ellos. Pero eso nos hace iguales a los que decimos que no queremos parecernos.
Y, pensaba, ¿por qué te juzgan tanto y te critican tanto? ¿Por qué quién critica y juzga no hace aquello que dice? Pero no importa, si te critican es porque estás, quizás ellos no puedan vivir lo que tu vives. Pero igualmente presta atención a lo que dicen. No te quedes en la fácil excusa de que "lo dicen por envidia". Primero analiza lo que dicen, y si hay algo de lo que dicen que pueda ayudar a tu crecimiento ¡mejor! si no hay nada que sirva, entonces ¡déjalo pasar! pues las palabras son como un boomerang: siempre vuelven a quién las disparó.
Para nosotros es importante saber que Jesús dispone todo lo necesario para que alcancemos la plenitud en Él. Como dice San Pablo: todo es "para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud".
Lo importante es pensar que siempre hay una oportunidad más para poder usar incluso aquello que creemos que no sirve, por eso al final de la parábola de hoy dice Jesús:
"Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?
Pero el viñador contestó:
"Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas." »
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