jueves, 30 de octubre de 2014

Hombres extraordinarios...

No hay brisa, si no alientas; monte, si no estás dentro,
ni soledad en que no te hagas fuerte.
Todo es presencia y gracia. vivir es este encuentro:
tú, por la luz; el hombre, por la muerte.
No vivimos tiempos normales, vivimos tiempos extraordinarios y no porque sean los mejores, y no estoy hablando de recuperación económica, ni de corrupción política. Sino que vivimos tiempos donde ya no existen valores, donde ya no hay límites sobre para el respeto, para la dignidad, para el buen obrar. Sí, nos quejamos una y otra vez de lo que hacen los políticos, los gobernantes. Nos quejamos de que la sociedad está mal y de que hay países que sufren la guerra, el hambre, las pestes. Nos duelen las muertes y los adolescentes que pierden su vida, al igual que los jóvenes, los adultos y los ancianos que viven sin sentido, y son capaces de hasta matar y suicidarse. Vivimos tiempos extraordinarios.
Pero ¿nos hemos puesto a pensar porque estos tiempos son así? ¿Por qué hay tanto mal entre nosotros? ¿Por qué hay tanta maldad, tanto sinsentido, tantas muertes?
Hoy San Pablo nos lleva a pensar, en su carta a los Efesios y nos da una pauta:
"Buscad vuestra fuerza en el Señor y en su invencible poder. Poneos las armas que Dios os da, para poder resistir a las estratagemas del diablo, porque nuestra lucha no es contra hombres de carne y hueso, sino contra los principados, autoridades y poderes que dominan este mundo de tinieblas, contra las fuerzas sobrehumanas y supremas del mal".
Sí, hemos dejado que el mal comience a ganar corazones, que Satanás comience a destruir la obra creadora de Dios. Y esto no ha sido porque él tenga más fuerza que Nuestro Señor, sino porque los que hemos sido llamados para sembrar la Vida Nueva, nos hemos guardado las semillas en el bolsillo y no hemos trabajado con esmero en la Viña del Señor.
En estos tiempos extraordinarios necesitamos de seres extraordinarios. Esos seres extraordinarios no son los extraterrestres o los marcianos que han de venir en nuestra ayuda, tampoco es Superman o Iron Man. Esos seres extraordinarios somos tú y yo, que nos hemos dado cuenta que el mundo necesita de nosotros, los hijos de Dios, para poder darle Nueva Vida, para poder mostrar un Camino que conduzca a la Luz de la Verdad para que la Justicia reine entre nosotros y vuelva la Paz y la Vida.
Y, claro, San Pablo nos ofrece, nuevamente la receta para poder llegar a transformarnos en seres extraordinarios que trabajen por un Mundo Nuevo:
"Estad firmes, repito: abrochaos el cinturón de la verdad, por coraza poneos la justicia; bien calzados para estar dispuestos a anunciar el Evangelio de la paz. Y, por supuesto, tened embrazado el escudo de la fe, donde se apagarán las flechas incendiarias del malo. Tomad por casco la salvación y por espada la del Espíritu, es decir, la palabra de Dios, insistiendo y pidiendo en la oración".

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