martes, 28 de octubre de 2014

Somos apóstoles del Señor

Vosotros que escuchasteis la llamada
de viva voz que Cristo os dirigía,
abrid nuestro vivir y nuestra alma
al mensaje de amor que él nos envía. (Himno de laudes)
Pertenecemos a la Iglesia Católica, no sólo porque está sostenida por 12 columnas que son los Apóstoles, sino porque también Ella (es decir nosotros, todos los bautizados) somos apóstoles del Señor, llevamos su Buena Noticia a todos los hombres de todos los tiempos.
Por eso, al leer esta estrofa del Himno de Laudes me sonaba a un clamor de aquellos que esperan de nosotros, como apóstoles, como llamados por Cristo, el mensaje de una Vida Nueva.
Y es que cada uno de nosotros, desde el más antiguo o viejo hasta el último de los bautizados, hemos recibido "la llamada de viva voz que Cristo nos dirige", una llamada que nos dice: "Ven, deja todo y sígueme, y Yo te haré pescador de hombres".
Es Él quien nos llama a ser sus apóstoles, cada uno en su estilo de vida particular, soltero o casado, laico o consagrado, pero en todas y cada una de nuestras profesiones ser portadores del "el mensaje de amor que él nos envía".
Es claro que para ello no elige a "sabios y entendidos" sino a aquellos que tienen un corazón dispuesto a escuchar, un corazón dispuesto a amar, a dejarse encender por un llamado de Amor a dar amor, por eso no hace falta la sabiduría del mundo pues "el mundo no lo conoció por el camino de la sabiduría, quiso Dios valerse de la necedad de la predicación, para salvar a los creyentes".
Es ahí donde hemos de poner nuestro esfuerzo y dedicación, en conocer al Dios que predicamos, al Padre que amamos y al Señor, de quien escuchamos su llamado, porque así como el fue enviado por el Padre, ahora Él nos llama y nos envía a nosotros, con un mensaje: el mensaje de la salvación. Como dice el mismo Pablo:
"Cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado. Me presente a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios".
Hoy nosotros, como los apóstoles, hemos recibido el Espíritu que no sólo nos hace hijos de Dios, sino portadores de una Buena Noticia que hemos de llevar, con nuestra vida a todos los hombres. Una Buena Noticia, que según nuestro Papa Francisco, se expresa en el gozo del Evangelio, porque el Evangelio es la Palabra que nos ha sido dada para que tengamos vida y vida en abundancia, por eso leámoslo, creamos en La Palabra, vivamos La Palabra y prediquemos con Su Palabra.

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