domingo, 26 de octubre de 2014

Amar como Él nos amó...

Somos el pueblo de la Pascua,
Aleluya es nuestra canción,
Cristo nos trae la alegría;
levantemos el corazón. (Himno de laudes)
Un nuevo día en que Jesús nos vuelve a recordar lo esencial de nuestra vida cristiana, de nuestra vida fe:
Él le dijo:
-«Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser."
Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él:
"Amarás a tu prójimo como a ti mismo."
Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.»
No hay nada más importante que nos tengamos que acordar: Amar a Dios y al hermano. Y no hay nada más difícil para vivir que el Amor a Dios y a los hermanos, en la misma medida. Pues a Jesús no le bastó sintetizar la Ley y los Profetas en esos dos mandamientos, sino que en la Última Cena les otorgó mayor plenitud: "Un mandamiento nuevo os doy: amaos unos a otros como Yo os he amado"-
No hay medida para el amor, no hay una cuenta matemática que nos diga cuánto hay que amar, pues la medida es "como Yo os he amado". Y ¿cómo nos ha amado Jesús? Mira la Cruz, ahí tienes el mayor gesto de amor. Sí, la Cruz es el mayor signo del Amor de Dios, del Amor de Jesús, pues aceptó la Cruz no sólo por los que eran buenos y santos, sino por todos los hombres: justos e injustos, santos y pecadores. Y esa es la medida en que hemos de amar nosotros a nuestros hermanos, hasta poder perdonar a quienes nos condenan: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen", dijo colgado de la Cruz.
Y un Amor a Dios que se hace real y pleno, también, en la Cruz. Porque el Amor es afectivo y efectivo, pues Jesús amaba a Su Padre y obedecía a Su Padre, y su obediencia por amor lo llevó hasta el extremo de aceptar por obediencia la muerte y muerte de Cruz.
Claro que Jesús sabe que a nosotros, pobres mortales imperfectos, se nos complica un poco la vida cuando intentamos amar como Él, porque no llegan las fuerzas, ni las ganas, y, muchas veces, ni siquiera nos planteamos el hecho de tener que amar de esa manera. Por eso, sabiendo sobre todo que no tenemos fuerzas para hacerlo, se quedó en el Pan de la Vida, en la Eucaristía. Quiso que nos alimentáramos con Su Vida, que es Vida de Dios, Vida de Amor, para que no seamos nosotros quienes podamos, sino que sea Él en nosotros quien nos lleve a la perfección del Amor. Por eso si no nos acercamos a la Eucaristía: ¿cómo podremos amar como Él nos amó?

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