jueves, 27 de febrero de 2020

El Señor me invita, yo elijo

"Pongo delante de ti la vida y muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida, para que viváis tú y tu descendencia, amando al Señor, tu Dios, escuchando su voz, adhiriéndote a el, pues él es tu vida y tus muchos años en la tierra que juró dar a tus padres Abrahán, Isaac y Jacob».
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se arruina a sí mismo?».
Tanto el Señor a Moisés, como Jesús a los que lo seguían, nos dan a elegir el camino que queramos recorrer. NO es una obligación seguirlo a Jesús, pero si lo seguimos tenemos que saber cuáles son las condiciones y cuáles son los resultados, por eso, antes de elegir un camino, tenemos que conocer las condiciones. Y, ni el Padre, ni el Hijo han escrito un contrato con letra pequeña, sino que han sido muy claros a la hora de darnos a conocer los "riesgos" del camino.
"Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga".
La negación a uno mismo no significa perder la libertad de ser uno mismo, sino todo lo contrario, pues nadie nos conoce más a nosotros mismos como aquél que "nos tejió en el seno de nuestra madre", porque el Hijo no puede hacer otra cosa que lo que hace el Padre, y escuchar al Hijo, su Palabra, y seguir sus consejos, es lo mejor que nos puede suceder, pues nunca nos va a llevar por Caminos que no podamos transitar, ni tampoco nos guiará hacia nuestra propia destrucción, sino que nos llevará hacia la plenitud de nuestra propia vida.
Negarnos a nosotros mismos, es tener una constante lucha con nosotros mismos y con el mundo, pues nuestro yo humano siempre deseará los ideales del mundo, porque en el mundo estamos. Pero no somos del mundo, porque por el bautismo hemos sido configurados hijos de Dios a imagen del Hijo, y así, ya no somos del mundo, aunque estemos en él.
Y serán esos momentos, de cada día, donde tengamos que elegir, pues la elecciones de cada día irán definiendo mi forma de ser, de actuar, de vivir; y, aunque, lleve el nombre de cristiano, muchas veces no actuaré como tal o casi nunca, porque me dejaré llevar por las tentaciones del mundo, sin tener en cuenta lo que verdaderamente soy: hijo de Dios.
Por eso, tengo que tener en cuenta que en cada elección particular que haga, sabré hacia dónde me dirijo:
"Pero, si tu corazón se aparta y no escuchas, si te dejas arrastrar y te postras ante otros dioses y les sirves, yo os declaro hoy que moriréis sin remedio; no duraréis mucho en la tierra adonde tú vas a entrar para tomarla en posesión una vez pasado el Jordán".

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.